jueves, 2 de mayo de 2013

Las "patatas chips" (Patatas de paquete).


El origen de la papata frita cortada en forma de bastón esta discutido entre Bélgica y Francia. Los franceses se adjudican la invención del plato; se dice que a fines del siglo XVIII sobre el Pont Neuf de París se instalaban los vendedores de esta delicia, que preparaban a la vista de sus clientes munidos de braseros y sartenes. Los belgas la cocinan en dos etapas en aceite con grasa es la opción más deliciosa y los franceses solo en aceite. Las patatas fritas tipo chips, es decir las que están cortadas en forma redonda y delgada, surgieron en un restaurante llamado Moon Lake Lodge's, en Saratoga Springs, Nueva York, allá por el año 1853.


El chef de dicho restaurante, George Crum, ante las continuas quejas de un cliente habitual que siempre lo recriminaba de no cortar suficientemente finas las patatas fritas, decidió darle una lección cortándolas excesivamente delgadas, de manera que no pudieran pincharse con el tenedor. El resultado fue todo lo contrario al esperado, el cliente quedó sorprendido y quedo completamente satisfecho.
Pronto todos los clientes comenzaron a pedir aquella nueva y extraña especialidad, a la que bautizaron como Saratoga Chips. El éxito fue creciendo, y en 1920 se inventó la primera máquina mondadora de patatas, con lo que las patatas chips comenzaron a ser exactamente como las conocemos hoy en día.

El microondas.


El horno de microondas fue descubierto en 1947 por el ingeniero Percy Spencer.

El ingeniero Spencer de la empresa Raytheon, llevaba en el bolsillo de su saco una barra dechocolate, la cual dio origen a uno de los inventos más utilizados en la vida cotidiana. En esa época el ingeniero Spencer realizaba investigaciones con un generador de altas frecuencias (unos 60,000 Mhz) para usarlo como radar.


Luego de un rato de investigar sintió un poco de hambre y decidió comerse la barra de chocolate que llevaba en el bolsillo de su saco. Cuando sacó la barra de chocolate para comérsela, se encontró con el chocolate fundido. El ingeniero decidió verificar su experiencia con un huevo y unas palomitas de maíz cerca del generador de frecuencias y se fue. Al regresar vio que su laboratorio estaba lleno de palomitas de maíz explotadas, y el huevo estaba revuelto.
Los primeros hornos microondas se comercializaron en el año 1947, pero eran muy grandes y de un elevado coste, por lo que sólo pudieron adquirirlos algunos restaurantes. Pero a partir de los años 70 aparecieron modelos más pequeños y baratos, por lo que se hicieron muy populares, llegando a ser uno de los electrodomésticos esenciales en cualquier casa del mundo a día de hoy.

Los Rayos-X


El físico Wilhelm Conrad Röntgen, realizó experimentos con los tubos de Hittorff-Crookes y la bobina de Ruhmkorff. Analizaba los rayos catódicos para evitar la fluorescencia violeta que producían los rayos catódicos en las paredes de un vidrio del tubo. Para ello, crea un ambiente de oscuridad, y cubre el tubo con una funda de cartón negro. Al conectar su equipo por última vez, llegada la noche, se sorprendió al ver un débil resplandor amarillo-verdoso a lo lejos: sobre un banco próximo había un pequeño cartón con una solución de cristales de platino-cianuro de bario, en el que observó un oscurecimiento al apagar el tubo.

Al encender de nuevo el tubo, el resplandor se producía nuevamente. Retiró más lejos la solución de cristales y comprobó que la fluorescencia se seguía produciendo, así repitió el experimento y determinó que los rayos creaban una radiación muy penetrante, pero invisible. Observó que los rayos atravesaban grandes capas de papel e incluso metales menos densos que el plomo.

En las siete semanas siguientes, estudió con gran rigor las características propiedades de estos nuevos y desconocidos rayos. Pensó en fotografíar este fenómeno y entonces fue cuando hizo un nuevo descubrimiento: las placas fotográficas que tenía en su caja estaban veladas. Intuyó la acción de estos rayos sobre la emulsión fotográfica y se dedicó a comprobarlo. Colocó una caja de madera con unas pesas sobre una placa fotográfica y el resultado fue sorprendente. El rayo atravesaba la madera e impresionaba la imagen de las pesas en la fotografía.

Hizo varios experimentos con objetos como una brújula y el cañón de una escopeta. Para comprobar la distancia y el alcance de los rayos, pasó al cuarto de al lado, cerró la puerta y colocó una placa fotográfica. Obtuvo la imagen de la moldura, el gozne de la puerta e incluso los trazos de la pintura que la cubría.

Un año después ninguna de sus investigaciones ha sido considerada como casual. El 22 de diciembre, un día memorable, se decide a realizar la primera prueba con humanos. Puesto que no podía manejar al mismo tiempo su carrete, la placa fotográfica de cristal y exponer su propia mano a los rayos, le pidió a su esposa que colocase la mano sobre la placa durante quince minutos. Al revelar la placa de cristal, apareció una imagen histórica en la ciencia. Los huesos de la mano de Berta, con el anillo flotando sobre estos: la primera imagen radiográfica del cuerpo humano. Así nace una rama de la Medicina: la Radiología. 

LSD.


Mientras purificaba y cristalizaba la LSD, una serie de sensaciones extrañas le interrumpieron. Había absorbido una pequeña cantidad a través de la punta de sus dedos, y describiría las consecuencias en el informe que envió en aquel momento al Profesor Stoll:

Viernes 16 de abril, 1943, me vi forzado a interrumpir mi trabajo en el laboratorio a media tarde y dirigirme a casa, encontrándome afectado por una notable inquietud, combinada con cierto mareo. En casa me tumbé y me hundí en una condición de intoxicación no-desagradable, caracterizada por una imaginación extremadamente estimulada. En un estado parecido al del sueño, con los ojos cerrados (encontraba la luz del día desagradablemente deslumbrante), percibí un flujo ininterrumpido de dibujos fantásticos, formas extraordinarias con intensos despliegues caleidoscópicos. Esta condición se desvaneció dos horas después.

La única explicación que encontró, fue que hubiera absorbido a través de la punta de los dedos parte de la solución de LSD mientras se cristalizaba; la LSD-25, dedujo, debía ser una sustancia de potencia extraordinaria si había hecho eso con una cantidad tan pequeña. Resuelto a llegar al fondo del asunto, decidió llevar a cabo un experimento sobre sí mismo.

Así, tras una prueba con una cantidad menor, tres días después consumió 250 microgramos de LSD. Esta vez los efectos serían mucho mayores, y el Doctor Albert Hofmann necesitaba hacer grandes esfuerzos para poder hablar. Pidió a su asistente en el laboratorio, quien estaba al tanto del experimento, que le acompañase a casa; fueron en bicicleta, dando pie a lo que ya es leyenda, quizá el más famoso de los paseos en bicicleta.


Albert empezó a asustarse, viéndolo todo en su campo de visión ondulado y distorsionado, como si se tratara de un espejo curvado, y con la sensación de no estar moviéndose (aunque sería realmente lo contrario, y llegaron rápidamente a casa): era el desdoblamiento temporal inducido.

Los efectos eran lo bastante fuertes como para que Albert no pudiera sostenerse en pie, y tuvo que dejarse caer en el sofá mientras los muebles estaban girando y en continuo movimiento, y adquiriendo formas grotescas que asustaban al Doctor.

La viagra.


Según una investigación del programa sobre temas científicos de la BBC Horizon, incluso el Viagra, la droga que más se vende en el mundo, no es usada con el propósito original. Comenzó originalmente para el tratamiento de angina de pecho, un problema cardíaco que afecta los vasos sanguineos que llevan la sangre al corazón. La compañía farmacéutica Pfizer buscaba en realidad un fármaco que permitiera relajar estos vasos, pero las pruebas no arrojaron resultados positivos.


Pfizer estaba a punto de abandonar las pruebas cuando los voluntarios que se sometieron a éstas comenzaron a reportar un efecto secundario inusual: muchas erecciones. Chris Wayman, uno de los científicos de la empresa, estuvo a cargo de investigar qué pasaba. Wayman creó un "hombre modelo" en el laboratorio: en una serie de probetas, colocó sustancias inertes y tejido del pene de un hombre impotente.



Cada porción de tejido estaba conectada a una caja que, activada mediante un interruptor, enviaba un impulso eléctrico. La primera vez que hizo esto no pasó nada, pero una vez que agregó Viagra a las probetas que contenían los tejidos, los vasos sanguíneos en éstos se relajaban, como sucede con un hombre cuando tiene una erección.


"Lo interesante de esto es que la capacidad de erección se restauraba. Así que estábamos frente a algo muy especial", señala Chris Wayman. Antes del lanzamiento de Viagra en 1998 no había tratamiento oral para la impotencia. Ahora, gracias a un fracasado tratamiento para la angina de pecho, los hombres tienen otras opciones. Viagra es una de las drogas más recetadas del mundo.

¿A qué se deben las serendipias literarias?


Las teorías de la coincidencia que tratan de explicar los motivos de éstas y otras casualidades llevan más de 2.000 años fascinando a científicos de todas las disciplinas.

Hipócrates creía que el Universo estaba unido por afinidades ocultas que provocaban casualidades al unir dos elementos en principio solitarios. Siglos después y siguiendo los pasos del filósofo Pico Della Mirandolla, Schopenhauer definió la coincidencia como la aparición simultánea de acontecimientos causalmente desconectados, explicando además que determinados hechos circulaban por líneas paralelas, aun cuando estuvieran en eslabones distintos, uniendo de este modo destinos que en principio deberían permanecer inconexos.

Por su parte, el doctor Paul Kammerer, que desde los veinte años llevaba un diario donde apuntaba hasta las coincidencias más nimias que detectaba, elaboró la teoría de los seriales, según la cual las casualidades se agrupaban por grupos de números muy similares a los que podemos encontrar en cualquier clase de estadísticas y, por tanto, susceptibles de ser predichas gracias a las cadenas de repetición que se podían extrapolar. Además, ese mismo científico aseguró que las casualidades no eran más que la punta del iceberg bajo el que se ocultaba un principio cósmico todavía no teorizado por los humanos.

Pero la gran teoría sobre las casualidades llegó cuando Wolfgang Pauli y Carl Gustav Jung crearon el término “sincronididad”, un principio de conexión no causal que cierto crítico calificó como: El equivalente paranormal de una explosión nuclear. Y que en verdad determinaba que todas las coincidencias de las que somos testigos no revelan más que las ‘huellas visibles’ de ciertos principios todavía desconocidos por las leyes de la física.

Por último, destacar las investigaciones llevadas a cabo en 1998 por el psicólogo croata Mihály Csikszentmihalyi, quien investigó la personalidad de 91 individuos destacados por su capacidad creativa, concluyendo que ‘entre los rasgos que definen a una persona creativa, son fundamentales dos tendencias opuestas: una gran curiosidad y apertura por un lado, y una perseverancia casi obsesiva por otro’. En otras palabras: no se puede ser serendípico sin estar dotado de una base cultural que ayude a interpretar aquellas intuiciones que asoman por nuestra imaginación.

Morgan Robertson.


Y aún más misterioso resulta el asunto de Morgan Robertson, un marinero venido a escritor que publicó Futility en 1898. Al principio, esta novela pasó desapercibida a ojos del gran público, pero alcanzó cierto renombre cuando, 14 años después, se hundió el Titanic. Y es que Futility versaba sobre un buque de enormes proporciones bautizado como Titán que, cómo no, se hundía al chocar contra un iceberg en el Atlántico Norte.

Pero no quedan ahí las coincidencias: tanto el barco imaginado como el real estaban propulsados por tres hélices, zarpaban del puerto de Southhampton, se fueron a pique en el mes de abril, estaban capitaneados por un hombre de apellido Smith, y fueron calificados de inhundibles por sus creadores. El resto de datos imaginados por Robertson tampoco distaban tanto de la realidad pero, de cualquier modo, investigaciones posteriores han demostrado que Futility fue reimpresa en 1912, siendo introducidos algunos cambios para aumentar el número de coincidencias, cosa que ha puesto en tela de juicio algunas de las serendipias presentes en las ediciones posteriores.



Morgan Robertson escribió posteriormente la novela Beyong the Spectrum (Más allá del espectro), en la que describía una guerra del futuro en la que los aviones lanzaban lo que el autor llamó “bombas soles”, las cuales explotaban creando una luminosidad cegadora. Cuando el ex marinero publicó este libro, los aviones apenas podían sostenerse en el aire y nadie los imaginaba como instrumentos bélicos. Del mismo modo, las bombas atómicas ni siquiera eran dignas de la menor de las especulaciones. Además, la guerra de la que Robertson hablaba en ese libro comenzaba un mes de diciembre (como habría de ocurrir con la II Guerra Mundial) con un ataque sorpresa de los japoneses sobre Pearl Harbour.

Edgan Allan Poe.


Pero todavía sorprende más el caso de Edgard Allan Poe, en cuya novela Las aventuras de Arthur Gordon Pym, publicada por primera vez en 1838, profetizó un hecho absolutamente imposible de adivinar. La parte de la obra que aquí interesa versa sobre el naufragio del bergantín Grampus cerca de las islas Maldivas.


Cuatro sobrevivientes quedan a la deriva en un bote y uno de ellos, temeroso de no alcanzar la costa con vida, propone a sus compañeros que se sorteen quién deberá dejarse matar para que su cuerpo sirva de alimento a los demás. La propuesta proviene de un personaje llamado Richard Parker y precisamente será él mismo quien pierda la apuesta, convirtiéndose en objeto de canibalismo de sus compañeros.
Pues bien, casi medio siglo después de la publicación de aquella novela, en concreto el año 1884, la prensa francesa se hizo eco del naufragio de la goleta británica Mignonette cerca de las islas Sandwich. Cuatro personas sobrevivieron gracias a una barcaza que los mantuvo a la deriva durante varias semanas. Los ocupantes alcanzaron tal punto de desesperación que en cierto momento decidieron comerse a un grumete de 17 años que, no teniendo familia a la que mantener, parecía el más indicado para sacrificarse en pro de los demás. Extrañamente, el marinero víctima de dicho canibalismo se llamaba Richard Parker.

El caso de Jonathan Swift.


En literatura la palabra serendipia designa aquellos textos que han adelantado acontecimientos sin que sus autores fueran, en principio, conscientes de sus dotes proféticas. Y no nos referimos a las llamadas novelas de anticipación, como podrían ser las de Julio Verne, Arthur C.Clarke o H.G.Wells, autores que de alguna forma supieron hacer prospectiva en los campos científicos objeto de sus obras, sino a vaticinios mucho más extraños.

De igual modo, la expresión serendipia literaria tampoco hace alusión a las intuiciones que ciertos autores hicieron sobre sus propias vidas, como ejemplifica el caso de aquel Mark Twain que pasó los últimos días de su vida repitiendo eso de ‘yo nací con el cometa y me iré con él’, y que murió el 21 de abril de 1910, justo cuando el Halley surcaba nuestro cielo.


Todo lo contrario, la auténtica serendipia literariaes aquella en la que no existe ninguna intención profética en las palabras escritas o dichas por el autor. El caso de Jonathan Swift es, sin ningún género de dudas, el más representativo. El irlandés, de quien se ha dicho que era un iniciado en asuntos esotéricos, consiguió la gloria literaria con Los viajes de Gulliver. Sin embargo, lo que más interés ha despertado es la parte en que se habla de dos estrellas menores, que orbitarían alrededor de Marte, a las que el autor bautizó como “Miedo” y “Terror” y a las que describe de un modo muy similar a lo que, 156 años después, descubrirían los telescopios al divisar las dos lunas que realmente orbitan Marte, llamadas a partir de entonces Fobos y Deimos (el equivalente griego a los nombres dados por Switf, Miedo y Terror).
Pese a todas las especulaciones que esta suerte de premonición han provocado entre astrónomos del mundo entero, nadie ha elaborado una teoría fiable sobre cómo supo el irlandés de la existencia de dos satélites en aquel tiempo imposibles de detectar.

Otras serendipias: Las serendipias literarias.


A lo largo de la toda la Historia de la Literatura se han ido sucediendo casos de profecías involuntarias que han ido dejando boquiabiertos a lectores de todos los tiempos. Ha ocurrido en poquísimas ocasiones, pero los aciertos de determinados escritores han provocado ríos de tinta. Son las serendipias literarias.


Aunque la Real Academia de la Lengua no recoge el término de serendipia, el Diccionario del Español Actual se hace eco de “serendipidad”, definiéndola como: Facultad de hacer un descubrimiento o un hallazgo afortunado de manera accidental. El vocablo proviene del inglés serendipity, neologismo acuñado en 1754 por el político, escritor y arquitecto Horace Walpole a partir de un cuento persa titulado Los tres príncipes de Serendip.

En este cuento, los protagonistas, todos soberanos de la isla Serendip (actual Sri Lanka), solucionaban sus problemas a través de increíbles casualidades. A partir de este relato, Walpole inventó la citada palabra, tal y como explicó en una carta, fechada el 28 de enero de 1754, al diplomático Horace Mann: ‘Leí en una ocasión un cuentecillo titulado Los tres príncipes de Serendip: en él sus altezas realizaban continuos descubrimientos en sus viajes, descubrimientos por accidente y sagacidad de cosas que en principio no buscaban: por ejemplo, uno de ellos descubría que una mula ciega del ojo derecho recorría constantemente el mismo camino porque la hierba estaba más raída por el lado izquierdo. ¿Comprende ahora qué es serendipia?’.

Con el paso de los años, el término fue cogiendo relevancia entre la población anglosajona, expandiéndose tanto que en 1955 la revista Scientific American lo adoptó como acepción para referirse a cualquier descubrimiento científico realizado de forma casual.

La manzana de Newton.


Se dice que sir Isaac Newton, el famoso físico y matemático inglés, concibió su ley de la gravitación universal estando a la sombra de un manzano. Mientras descansaba y reflexionaba sobre alguna posible teoría, la caída de una manzana le hizo reflexionar sobre la causa que la provocaba. Finalmente, llegó a la conclusión de que dicha causa era una fuerza, la misma que mantenía a la Luna en órbita con la Tierra, y la misma que nos mantenía “pegados” a la Tierra, y la que provoca que cuando lanzamos un objeto este caiga realizando una parábola, que se puede describir con una ecuación matemática.

Es muy conocido también su grito de ¡Eureka! Los detalles del "eureka" de Newton (1643-1727) cuando dio con la clave para formular su famosa ley de la gravedad forman parte de una biografía del científico, escrita por William Stukeley en 1752. El biógrafo Stukeley era amigo de Newton y fue testigo de sus reflexiones en torno a la teoría de la gravedad cuando ambos estaban sentados bajo la sombra de los manzanos que el científico tenía en el jardín de su casa.




En un extracto de su libro La vida de sir Isaac Newton, Stukeley escribió: "Me dijo que había estado en esta misma situación cuando la noción de la gravedad le asaltó la mente. Fue algo ocasionado por la caída de una manzana mientras estaba sentado en actitud contemplativa. ¿Por qué esa manzana siempre desciende perpendicularmente hasta el suelo?, se pregunto a sí mismo.”

La serendipia de Arquímedes.


El principio de Arqímedes dice que todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso de fluido desalojado. El descubrimiento de dicho principio fue pura serendipia.

Cuenta la historia que Hierón, el antes citado monarca de Siracusa, hizo entrega a un platero de la ciudad de ciertas cantidades de oro y plata para el labrado de una corona. Finalizado el trabajo, Hierón, desconfiado de la honradez del artífice y aún reconociendo la calidad artística de la obra, solicitó a Arquímedes que, conservando la corona en su integridad, determinase la ley de los metales con el propósito de comprobar si el artífice la había rebajado, guardándose para sí parte de lo entregado impulsado por la avaricia, la misma, con seguridad, que al propio Popin impelía a realizar semejante comprobación.


Preocupado Arquímedes por el problema, al que no encontraba solución, un buen día al sumergirse en el baño advirtió, como tantas veces con anterioridad, que a causa de la resistencia que el agua opone, el cuerpo parece pesar menos, hasta el punto que en alguna ocasión incluso es sostenido a flote sin sumergirse. Pensando en ello llegó a la conclusión que al entrar su cuerpo en la bañera, ocupaba un lugar que forzosamente dejaba de ser ocupado por el agua, y adivinó que lo que él pesaba de menos era precisamente lo que pesaba el agua que había desalojado.



Dando por resuelto el problema que tanto le había preocupado fue tal su excitación que, desnudo como estaba, saltó de la bañera y se lanzó por las calles de Siracusa al grito de ¡Eureka! ¡Eureka! (¡Lo encontré! ¡Lo encontré!). Procedió entonces Arquímedes a pesar la corona en el aire y en el agua verificando que en efecto, su densidad no correspondía a la que hubiera resultado de emplear el artífice todo el oro y la plata entregados y determinando, en consecuencia, que éste había estafado al Rey.

Descubrimiento de América.


La expresión descubrimiento de América se usa habitualmente para referirse a la llegada a América de un grupo expedicionario español que, representando a los Reyes Católicos, partió desde el Puerto de Palos, comandado por Cristóbal Colón, y llegó el viernes 12 de octubre de 1492 a una isla llamada Guanahaní. Se trata de uno de los momentos cumbres de la historia universal porque significó el encuentro de dos mundos humanos que se habían desarrollado independientemente, sin que uno conociera la existencia del otro.

La llegada de Cristóbal Colón a  América puede tratarse de una serendipia, ya que el propósito de dicho viaje era llevar la mercancía de provisiones a Occidente por una ruta alternativa. En aquel entonces, el pensamiento de que la Tierra fuese redonda era una idea que no podían concebir. En sus mentes, la Tierra era plana, y más allá de los límites de ésta no se encontraba nada, una larga caída hacia el vacío.

Pero la ruta tradicional para llevar dichas mercancías entrañaba un gran peligro, ya que los piratas a menudo asaltaban los barcos e impedían la llegada de éstos a su destino. Por lo que la idea de Colón de una Tierra redonda, en la cual dar la vuelta en sentido contrario a lo normal para llegar al destino deseado sin peligro era una increíble idea, pero carecía de veracidad.

 No había pruebas de que la Tierra fuese redonda, por lo que la idea del viaje de Colón era una loca empresa con pocas posibilidades de éxito. Sin embargo, logró convencer a los Reyes Católicos, quienes financiaron su viaje. El viaje fue muy largo, tanto que incluso hubo intenciones de amotinamiento (tal y como recoge el diario que Colón escribía de su viaje).



Finalmente lograron llegar a su destino, o eso creían, ya que Cristóbal Colón murió creyendo tal cosa. Fue años más tarde cuando uno de los hombres que viajan con Colón descubrió que no se trataba del sitio que pensaban, que era un lugar diferente, en el que el desarrollo (tanto a nivel social como militar, tecnológico…) era muy inferior al que había en Europa.

Alexander Flemming y su serendipia.


 En 1928, el investigador Alexander Flemming descubrió la penicilina, un acontecimiento que cambiaría el curso de la historia de la Medicina. Este hallazgo, que Flemming no dio a conocer hasta 1929, abrió las puertas de la revolución antibiótica.

Muchas especialidades médicas no existirían hoy si Fleming no se hubiera encontrado en una placa de su microscopio un hongo bautizado como "Penicillium notatum". Gran parte de los descubrimientos en el mundo de la investigación se originan de forma casual. Esto mismo pasó con el descubrimiento de la penicilina.

1       ¿Quién era Alexander Flemming?

Fleming estaba trabajando con unas bacterias llamadas estafilococos dorados, casualmente, descubrió que éstas eran destruidas por un hongo muy común originado por la descomposición de ciertas sustancias. Este científico británico descubrió, sin proponérselo, el poder bactericida de este moho llamado Penicillium Notatum, o sea, la penicilina.

Fleming, un agricultor pobre de Inglaterra. Un día, mientras trataba de ganarse la vida para su familia, escuchó a alguien pidiendo ayuda desde un pantano cercano. Inmediatamente soltó sus herramientas y corrió hacia el pantano. 

Allí, enterrado hasta la cintura en el lodo negro, estaba un niño aterrorizado, gritando y luchando tratando de liberarse del lodo. El agricultor Fleming salvó al niño de lo que pudo ser una muerte lenta y terrible. 


Al día siguiente, un carruaje muy pomposo llegó hasta los predios del agricultor inglés. Un noble inglés, elegantemente vestido, se bajó del vehículo y se presentó a sí mismo como el padre del niño que Fleming había salvado.


"Yo quiero recompensarlo," dijo el noble inglés. "Usted salvó la vida de mi hijo."
“No, yo no puedo aceptar una recompensa por lo que hice" respondió el agricultor inglés, rechazando la oferta. 
En ese momento el propio hijo del agricultor salió a la puerta de la casa de la familia.
"Es ese su hijo?", preguntó el noble inglés.
"Sí", respondió el agricultor, lleno de orgullo.
"Le voy a proponer un trato. Déjeme llevarme a su hijo y ofrecerle una buena educación. Si él es parecido a su padre crecerá hasta convertirse en un hombre del cual usted estará muy orgulloso.” 


El agricultor aceptó. Con el paso del tiempo, el hijo de Fleming el agricultor se graduó de la Escuela de Medicina de St. Mary's Hospital en Londres, y se convirtió en un personaje conocido a través del mundo, el notorio Sir Alexander Fleming, el descubridor de la Penicilina.

2.2       ¿Cómo descubrió la penicilina?

En 1929 Fleming, después de haber vuelto de unas vacaciones de 3 semanas, se percató de que en una pila de placas olvidadas antes de su marcha, donde había estado cultivando una bacteria, Staphylococcus aureus, había crecido también un hongo en el lugar donde se había inhibido el crecimiento de la bacteria (el hongo contaminaba el cultivo y probablemente procedía del piso superior donde había un laboratorio en el que los científicos investigaban alergias). Resultó que el hongo "fabricaba" una sustancia que producía la muerte de la bacteria; como el hongo pertenecía a la especie Penicillium, Fleming estableció que la sustancia que producía sería denominada "penicilina".

En realidad, la penicilina inició la era de los antibióticos, sustancias que han permitido aumentar los índices de esperanza de vida en prácticamente todo el mundo. De hecho, el modelo de preparación de los antibióticos proviene de la penicilina.

¿Qué es la serendipia?


Una serendipia es un descubrimiento afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. También puede referirse a la habilidad de un sujeto para reconocer que ha hecho un descubrimiento importante aunque no tenga relación con lo que busca. En términos más generales se puede denominar así también a la casualidad, coincidencia o accidente. Si bien es cierto que es un el descubrimiento es casual, ha de reconocerse el mérito del científico que hace tal descubrimiento, ya que éste ha de estar preparado y debe tener un profundo conocimiento en el campo del hallazgo. Además, ha de tener la capacidad de “ver lo que otros no han visto y pensar lo que nadie ha pensado”. Louis Pasteur decía: “En los campos de la observación, la casualidad favorece solo a las mentes preparadas”, reconociendo así el mérito de los científicos que han tenido una serendipia. ("Dans le champ de l'observation, le hasard ne favorise que les esprits préparés")


En la historia de la ciencia son frecuentes las serendipias. Por ejemplo, Albert Einstein reconoce esta cualidad en algunos de sus hallazgos. También existen casos de serendipias en obras literarias, cuando un autor escribe sobre algo que ha imaginado y que no se conoce en su época, y se demuestra posteriormente que eso existe tal como lo definió el escritor, con los mismos detalles. No se debe confundir con la anticipación o la ciencia-ficción, donde se adelantan inventos mucho más genéricos que casi todo el mundo cree que probablemente existirán algún día.