Mientras purificaba y cristalizaba la LSD, una serie de
sensaciones extrañas le interrumpieron. Había absorbido una pequeña cantidad a
través de la punta de sus dedos, y describiría las consecuencias en el informe
que envió en aquel momento al Profesor Stoll:
Viernes 16 de abril, 1943, me vi forzado a interrumpir mi
trabajo en el laboratorio a media tarde y dirigirme a casa, encontrándome
afectado por una notable inquietud, combinada con cierto mareo. En casa me
tumbé y me hundí en una condición de intoxicación no-desagradable,
caracterizada por una imaginación extremadamente estimulada. En un estado
parecido al del sueño, con los ojos cerrados (encontraba la luz del día
desagradablemente deslumbrante), percibí un flujo ininterrumpido de dibujos
fantásticos, formas extraordinarias con intensos despliegues caleidoscópicos.
Esta condición se desvaneció dos horas después.
La única explicación que encontró, fue que hubiera absorbido a
través de la punta de los dedos parte de la solución de LSD mientras se cristalizaba;
la LSD-25, dedujo, debía ser una sustancia de potencia extraordinaria si había
hecho eso con una cantidad tan pequeña. Resuelto a llegar al fondo del asunto,
decidió llevar a cabo un experimento sobre sí mismo.
Albert empezó a asustarse, viéndolo todo en su campo de visión
ondulado y distorsionado, como si se tratara de un espejo curvado, y con la
sensación de no estar moviéndose (aunque sería realmente lo contrario, y
llegaron rápidamente a casa): era el desdoblamiento
temporal inducido.
Los efectos eran lo bastante fuertes como para que Albert no
pudiera sostenerse en pie, y tuvo que dejarse caer en el sofá mientras los
muebles estaban girando y en continuo movimiento, y adquiriendo formas
grotescas que asustaban al Doctor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario